EL LIBRO Y EL BIOS: ALGUNOS MOMENTOS EN SU HISTORIOGRAFÍA. LECTURA DESDE EL PARADIGMA ECOLÓGICO
(VOLUMEN II)
Germán López Noreña
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La imprenta de las misiones jesuíticas. Aguada de Leonie Mathis.
Con marco de madera moldeada. Mide 0.60 x 0.35 m.
www.monografias.com
La aparición de la imprenta en el Río de la Plata es un hecho singular en la historia de la tipografía después de Gütemberg. No fue importada; fue una creación original. Nació o renació, en medio de las selvas vírgenes, como una Minerva indígena, armada con todas sus piezas, con tipos de su fabricación, manejados por indios salvajes, recién incorporados a la vida civilizada; con nuevos tipos fonéticos de su invención, hablando una lengua desconocida en el Viejo Mundo; un misterio envuelve su principio y su fin […].
(Bartolomé Mitre; 1896)
La llegada de la Compañía de Jesús a tierras americanas se dio gracias a la solicitud expresa de El Real y Supremo Consejo De Indias al padre José Ignacio De Loyola, fundador, guía espiritual y director de la misma. No obstante, Ignacio de Loyola conceptuar el no estar todavía preparada la Compañía para tal evento, el año 1585, unos años después de su muerte, son enviados los primeros miembros de La Compañía De Jesús a tierras del Virreinato Del Río De La Plata: los padres Francisco Ángulo y Alonso De Barzana procedentes del Perú y quienes evangelizaron el territorio de Tucumán.
Continuando con el periplo de los jesuitas y su incidencia en la instauración de la imprenta en las tierras del Virreinato del Río de la Plata, tenemos, el arribo en 1587 al Brasil de los padres Armini, Grao, Saloni, Ortega y Fields; quienes fueron destinados al trabajo de evangelización al Paraguay, esto en virtud de ser conocedores de la lengua Guaraní.
Después de un avasallante proceso de evangelización y adquisición de poder de los jesuitas en el Virreinato del Río de la Plata, representados, no solo en la conformación de un ámbito territorial, sino también un sistema ordenado de tipo económico y político administrativo, despertaron los celos de la Corona Española.
Acto seguido el rey Carlos III de España a través de la Pragmática Sanción del 27 de Febrero de 1767, ordena su expulsión del Virreinato. Orden ejecutada por Francisco De Bucarelli y Ursua , en ese entonces gobernador de Buenos Aires:
En 1767, los jesuitas fueron acusados de servir a la curia romana en detrimento de las prerrogativas regias, de fomentar las doctrinas probabilistas, de simpatizar con la teoría del regicidio, de haber incentivado los motines de Esquilache un año antes y de defender el laxismo en sus Colegios y Universidades. La noche del 31 de marzo en Madrid, y al amanecer del 2 de abril en el resto de España, todas las casas jesuitas fueron clausuradas y sus miembros contenido de la Pragmática es poco precisa, ya que el monarca justificaba la medida afirmando que la adoptaba “…por gravísimas causas relativas a la obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia mis pueblos, y otras urgentes, justas y necesarias que reservo en mi real ánimo; usando de la suprema autoridad económica que el Todopoderoso ha depositado en mis manos para la protección de mis vasallos y respeto de mi corona […].
(Carrere Cádirant, en www.monografias.com)
Pues bien, finalmente es importante resaltar como, sobre el rol protagónico de los miembros de La Compañía de Jesús en el proceso de evangelización y la formación de valores en los habitantes del Virreinato del Río de la Plata, se comenta que “El pueblo guaraní y la Compañía de Jesús protagonizaron en esta región, y en poco más de siglo y medio, una experiencia original de vida y de fe, cuya síntesis cultural y realización de valores son sus indiscutibles señas de identidad” Labrador Errázuriz (2006).
Ahora, recurriendo al trabajo de Carrere Cádirant quien citando a Guillermo Furlong , veamos la secuencia de misivas del género epistolar entre los padres jesuitas y las autoridades locales, españolas e italianas sobre la tramitología y las necesidades de la imprenta en las Tierras del Virreinato.
Hasta acaecidas las dos terceras parte del siglo XVII, los jesuitas, venían insistiendo en la necesidad de la presencia de una imprenta y de un impresor en territorio Guaraní; para implementar con mayor eficiencia la catequesis de la población, y poder imprimir los libros escritos en Guaraní del padre Antonio Ruiz De Montoya .
En 1630 y con motivo de la quinta Congregación Provincial de Córdoba, de entre las conclusiones, en una de ellas se pedía una imprenta:
Insistentemente pide [la Congregación Provincial] que nuestro Procurador General nos conceda una imprenta para publicar varias obras en lengua indígena sumamente necesarias.
Y es así como en1632 el procurador padre Juan Bautista Ferrusino, viajando a Roma, entregaba un memorial al padre general Mucio Vitelleschi, el que decía al respecto:
Suplico a V. P. nos mande dar de las provincias de Francia o de Alemania y Flandes algún hermano que entienda de eso [arte tipográfico] para que, comprando una imprenta, se pueda conseguir este efecto de gran importancia para el bien de las almas.
Recibiendo la siguiente respuesta:
Nos esforzaremos cuanto podamos y tendremos sumo placer en que se consiga lo que se desea […] Por lo que toca al Hermano impresor, daré lo que pide con mucho gusto.
En 1634 el procurador general del Paraguay, probablemente preocupado por la demora en concretarse la petición, escribía nuevamente al padre general de la compañía:
Para el hermano impresor que pedí a V. P. para mi Provincia, ha rogado el Padre Asistente de Alemania a los Provinciales de aquella Provincia para que me den alguno y me ha prometido que lo hará luego. Suplico a V. P. se sirva de dar orden de que, hallándole, me le remitan con tiempo a Lisboa, y me avise a mí también con tiempo para que sepa lo que he de hacer en razón de comprar la estampa [o imprenta] o no.
A lo que responde el padre general en carta del 8 de Agosto:
Ya he avisado se escriba que se haga diligencia en buscar aquel Hermano impresor, y se cuidará de enviarlo a Lisboa
Con fecha del 30 de Noviembre, el padre general de la Compañía de Jesús, escribía al padre provincial del Paraguay, Francisco Vásquez Trujillo:
Lo de estampar ahí los Vocabularios de los Padres Ruiz y Lope de Castilla me parece bien; y en orden a su ejecución he avisado que vaya un hermano de Flandes para que los disponga
En los Años 1635 y 1636 las misivas de parte y parte continuaron en las que se expresaba la buena voluntad en torno a la cuestión, es decir la necesidad de la imprenta y el experto impresor para su utilización.
Libro Del Padre Ruiz De Montoya Impreso y Publicado En España
http://www.culturaapicola.com.ar/wiki/index.php/
Ante la no pronta concreción a las necesidades de la instauración de la imprenta y el envío de un operario, en 1637 en el marco de la Sexta Congregación celebrado en Córdoba, en su décimo cuarto postulado se “señalaba que el Padre Antonio Ruiz de Montoya, llamado paí guazú por los guaraníes, partía para España con libros de lengua guaraní para imprimir, y recordaba la necesidad del hermano impresor. La respuesta del Padre General no se hizo esperar, recomendando enviar los libros a Lima donde había más facilidad y competencia para imprimirlos:
Tengo por dificultoso que pueda hacer nada el Padre Antonio Ruiz acerca de la impresión de los libros de la lengua guaraní, por el empleo a que vino, y por la dificultad de los requisitos necesarios para la estampa; holgaré que se disponga a su satisfacción; ya sobre la materia le he escrito algo a Madrid. Deseo se halle un Hermano impresor: no sé si de presente será posible. Lo que hubiese que imprimir se podía enviar a la Provincia del Perú, donde habrá más comodidad, en el interim que en ésa no se descubra propósito.
Ya mencionadas las anteriores vicisitudes en la impresión de los libros del padre Ruiz De Montoya, ellos finalmente fueron publicados en Madrid en los años 1639 y 1640; veamos lo que Carrere Cádirant, escribe citando a Sáenz Alfredo (2005), en torno a esas obras:
Cuatro libros publicó durante su estadía en Madrid, quizás el fruto más decantado de su labor entre los guaraníes.
El primero, la Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape […] apareció el año 1639. Basándose en las Cartas Anuas de la provincia jesuítica del Paraguay, así como en su experiencia de testigo, muchas veces protagónico, lo compuso durante su viaje a España, para dar noticia en Europa de los trabajos de los misioneros, con la intención de suscitar, mediante copias manuscritas difundidas por doquier, posibles nuevas vocaciones para aquel trabajoso ministerio. No se trata de una obra pacientemente madurada, sino de un texto escrito con premura, estrechamente vinculado, más allá del propósito vocacional, con su gestión ante las autoridades políticas de la Metrópoli. Por eso, al tiempo que una crónica, es también un informe del estado de las misiones, y un alegato contra los bandeirantes, que completaba sus acusaciones ante la Corte. En su Dedicatoria a Octavio Centurión, marqués de Monasterios, le dice: «Gozaráse de ver cómo se funda la Iglesia en las regiones que estaban en la sombra de la muerte, y las puertas del infierno, cómo se exalta la Fe, cómo se vence al demonio, cómo se redimen las almas». En la Introducción leemos: «El haber cerca de treinta años que sin divertirme a otro empleo, mi principal ha sido su enseñanza y conversión a nuestra santa fe, coronando mi deseo trabajos y los más ordinarios peligros de muerte y de ser comido de bárbaros... He vivido todo el tiempo dicho en la provincia del Paraguay y como en el desierto, en busca de fieras, de indios bárbaros, atravesando campos y trasegando montes en busca suya, para agregarlos al aprisco de la Iglesia santa y al servicio de Su Majestad, de que con mis compañeros hice trece reducciones o poblaciones, con el afán, hambre, desnudez y peligros frecuentes de vida que la imaginación no alcanza, en cuyo ejercicio me parecía estar en el desierto». La defensa que en dicho libro intenta de los indios para que, como dice al final, dirigiéndose al Rey, «vivan amparados del poderoso brazo con que Su Majestad, que Dios aumente, defiende sus vasallos», hace que la obra del P. Montoya haya sido comparada a la de Las Casas. Pero las diferencias son abismales. Para Las Casas la dialéctica entre el indio y el español es desmesurada e implacable, mientras que a Montoya no le nubla el juicio, más aún, su libro expone uno de los más originales intentos de instituir una Cristiandad en nuestra tierras, en armonía con el resto de la sociedad española y bajo la protección de la Corona.
La segunda obra que publicó durante su estancia en Madrid, el año 1639, fue el Tesoro de la Lengua Guaraní, dedicado a la Soberana Virgen concebida sin mancha de pecado original, de más de 400 páginas. El idioma guaraní, difícil de hablar y que nunca había sido escrito por los aborígenes, le debe la gramática de mayor autoridad. De los guaraníes aprendió la lengua y, mediante ella, se interiorizó en toda la riqueza de su cultura. Mitre ha destacado la importancia historiográfica de la obra: «Esta es el panléxico de la lengua guaraní... Sin él, el guaraní... sería un idioma indescifrable para el filólogo. Es no sólo un diccionario, que da la significación de las voces con sus etimologías, sino que las descompone en sus elementos, analizándolas gramaticalmente por sus radicales y partículas de composición, de manera de penetrar en su sentido primario y en su artificio de frases». M. Domínguez, por su parte, afirma que en el Tesoro «está virtualmente el indio tal como era en el momento histórico de la conquista, su antropofagia, su aritmética o manera de contar por nudos, los arrebatos con que las mujeres lloraban a sus deudos, sus hechizos y adivinaciones inocentes, sus extrañas endechas melancólicas y otros miles datos que escaparon a quienes nos describieron sus costumbres... Allí está cuanto el hombre de la selva amó y esperó en esta vida y en la otra, el mundo de los conceptos, su ideación, etc.»
El tercer libro fue el Catecismo de la Lengua Guaraní dedicado a la Purísima Virgen María Concebida sin pecado original, que apareció también en 1639. Esta obra, de más de 300 páginas, con un texto paralelamente escrito en castellano y guaraní, estaba destinado al uso de los misioneros, haciéndoles partícipes de su larga experiencia apostólica. Ya Bolaños había publicado un Catecismo, pero era un breve compendio de doctrina, mientras que ésta es una obra más completa, dirigida sobre todo a los catequistas.
Finalmente nos dejó Arte, Bocabulario de la lengua Guaraní, publicado en 1640, de más de 600 páginas. La arduidad para poder expresar con letras impresas los sonidos de esa lengua, lo que hizo «teniendo por intérpretes a los naturales», se hace evidente cuando leemos lo que él mismo nos dice en su obra: «Quatro pronunciaciones tiene esta lengua muy necesarias, para hablar propiamente... La primera pronunciación es narigal, que se forma en la nariz... La segunda es una pronunciación gutural, que se forma in gutture, contrayendo la lengua hacia dentro... La tercera incluye las dos dichas, y se ha de pronunciar con nariz e in gutture juntamente... La cuarta pronunciación es gutural, contracta...» ¿Cómo expresar con nuestras letras tan diversos sonidos y matices? Fue ello lo que llevó a que desde ya se pensase en establecer una imprenta en las mismas reducciones, creándose nuevos cuerpos de letras, para editar allí dichas obras. Como se sabe, la primera imprenta que existió en nuestra Patria se instaló en la reducción de Loreto, en la actual provincia de Misiones.
Ya mencionadas, las anteriores instancias en la publicación de los libros del padre Ruiz De Montoya, los que no lograron ser impresos en una imprenta afincada en territorio del Virreinato; cabe entonces preguntarnos ¿Qué pasó con la tan anhelada imprenta y el tan necesitado experto impresor para el Virreinato Del Río De La Plata? En verdad pese a las buenas intenciones de las partes, no llegó ni la imprenta ni el perito en esos menesteres. ¡Ella fue construida en suelo guaraní y los expertos en la impresión fueron los nativos de estas tierras!
Sucedió un evento de gran importancia y lo que hizo posible la construcción de la imprenta guaraní. Ello fue el hecho de que ante la dificultad de enviar de España jesuitas que diesen cuenta de oficios calificados como los de determinadas industrias, determinó que el padre Sebastian Izquierdo, encargado en Roma de los asuntos de las provincias de España, sugiriera el envío a América de jesuitas de nacionalidad alemana e italiana, que hubiesen descollado, por sus virtudes, en los conocimientos en la ciencia, o en habilidades técnicas.
En 1674 se expide una Real Cédula, estipulando que la tercera parte de los miembros de las expediciones jesuíticas podían ser extranjeros; entre ellos, insignes misioneros, figuras excepcionales por sus virtudes, su ciencia o sus extraordinarias habilidades técnicas, arribaron los Padres: Ladislao Orosz, húngaro; Martín Dobrizhofer, austriaco; Antonio Sepp , tirolés, y pieza clave para la construcción de la imprenta por haber descubierto hierro en la región y haber conseguido fundirlo; José Jolís; Juan Bautista Neumann, alemán y Paulo Restivo, siciliano, quien fuera el gran filólogo de las misiones y llegara a hablar con gran fluidez el guaraní, y quien junto con Ruiz de Montoya le diera forma a la gramática así como a nuevos signos fonéticos para llevar esta lengua a la escritura por primera vez (Carrere Cádirant; Pág. 7).
La Imprenta ni el impresor, nunca llegaron. En palabras de Furlong en su obra ya referenciada, le correspondió a los padres Juan Bautista Newman y al padre Alfonso Serrano en unión de los aprendices de impresores del pueblo guaraní, la gloria del haber construido la primera imprenta en el Virreinato del Río de la Plata.
Es así como parafraseando al padre Furlong para explicar el cómo se construyó la imprenta, se puede decir el haberse valido de maderas de la selva americana, fundieron tipos de estaño que pudieron abrir a las manos, y abriendo láminas grabadas con mucha efectividad y maestría, manufacturaron los jesuitas la primera imprenta rioplatense. Y gracias al ingenio y la creatividad de los jesuitas antes mencionado y a la del pueblo guaraní -exaltados en muchos escritos por algunos padres jesuitas-, es publicado el primer libro: De La Diferencia Entre Lo Temporal y Lo Eterno.
La Boca Del Infierno. Grabado Misionero, Uno De Los 47 Que Adornan El Libro: De La Diferencia Entre Lo Temporal y Lo Eterno, Del P. Nierenberg, Traducido Al Guaraní Por El P. José Serrano, y Editado En Misiones En 1705
http://www.portalguarani.com/obras_autores_detalles.php?id_obras=11144
Obra de la que Bartolomé Mitre en su libro ya mencionado en este Volumen, escribe lo siguiente:
En 1705 terminó y dio a luz la imprenta guaranítica su primer libro, que lleva el siguiente título, copiado a la letra de la edición original:
DE LA DIFERENCIA ENTRE LO / TEMPORAL Y ETERNO / CRISOL DE DESENGAÑOS, CON LA ME- /MORIA DE LA ETERNIDAD, POSTRIMERÍAS HV- / MANAS Y PRINCIPALES MISTERIOS DIVINOS, por el / P. Ivan Eusebio Nieremberg /de la Compañía de JESUS / y traducido en lengua guarani / por el Padre / Joseph Serrano / de la misma Compañía / dedicado a la Magestad del Espíritu Sancto. / Con licencia del Ecelentissimo Señor D. Melchor Lasso de la Ve- /ga Porto Garrero, Virey, Governador, y Capitán General del Peru / Impreso en las Doctrinas. AÑO DE M. D. CC. V.
Es un grueso volumen in folio, que revela una larga y laboriosa preparación. Compónese de 7 fojas preliminares sin registro, y de 472 páginas útiles bajo cinco foliaturas distintas, con 43 láminas sueltas del formato del libro y numerosas viñetas intercaladas en el texto, grabadas a buril en cobre al estilo de Alberto Dürer. Su descripción ha sido hecha por el señor M. R. Trelles en la Revista patriótica del pasado argentino, y por el señor J. T. Medina […].